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CELIA CRUZ (PERFIL DE PROFUNDIDAD)

Mi sangre es azúcar negra


Odreman, Violeta.



“Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, ese es mi nombre, pero todos me conocen como Celia, Celia Cruz”.


Nació en La Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925, específicamente en el barrio Santo Suárez. En donde compartió su vida con sus padres, de los que solo su madre Catalina Alfonso Ramos (de quien se dice que heredo su hermosa voz)  estaba de acuerdo con su sueño de ser cantante.


 Ella fue quien descubrió su gran talento cuando entre la edad de 10 y 11 años cantó para un turista que quedó prendado de su voz a tal punto que le obsequió un par de zapatos. Fue así como la astuta Celia presentándose a unos cuantos turistas más logro calzar a toda su familia.


  “Yo te voy a ayudar en todo lo que pueda hija, aunque se me venga el mundo encima, Me decía mi madre, ella siempre estuvo ahí para mí… y aún está, aunque no esté. ¿Me entiendes?”


(Cabe destacar que hasta para fuentes oficiales los datos más íntimos y personales sobre la Guarachera de Cuba con respecto a fechas y específicamente edades son inciertos, debido a la negativa constante por parte de la cantante hasta prácticamente el final de sus días de revelarlos).


Por otra parte, su padre  Simón Cruz, quería que fuera maestra. Y trató de complacerlo estudiando “magisterio” pero ocurrió lo que suele pasar cuando tomamos el camino contrario o que procura evitar la consecución de nuestros sueños: terminamos poniéndonos de frente a ellos. 


Y fue así como la pasión se impuso ante todo, en el último año de su carrera para obtener el título tan anhelado por su padre, se retiró e ingreso en el Conservatorio Nacional de Música. 


Quizá sus comienzos más tempranos fueron desde muy niña, cuando se hacía cargo de sus hermanos: Dolores, Gladys y Bárbaro y sus 11 primos. Mientras los cuidaba les cantaba para entretenerlos o arrullarlos para hacerlos dormir. 


“El espíritu de un cantante se forja en el pueblo, con las raíces que tiene en su sangre”


Se dice que desde muy pequeña veía maravillada a través de las ventanas de los bares y cafés a los cantantes más experimentados que allí se presentaban. Cuando estaba joven participaba cantando y bailando en las llamadas corralas habaneras, y  concursaba en programas radiofónicos en búsqueda de esa gran oportunidad que la lanzara al estrellato. 


“Mi sueño es ser la cantante de la Sonora así, feíta, sin gracia, como soy yo…”


Después del afortunado premio de 15 dólares por cantar el tango “Nostalgia” en una emisora de radio. Cantó en las orquestas Gloria Matancera y Sonora Caracas y pasó a formar parte del elenco de Las mulatas de fuego, con quienes hizo una gira por México y Venezuela.


Fue en 1950 cuando ¡por fin! El guitarrista y director de la Sonora Matancera Rogelio Martínez, la descubrió en  una de sus participaciones con el elenco del cabaret Tropicana. Y le pidió que reemplazara a la hasta entonces solista principal Myrta Silva. Lo que no sabía nadie, era que Celia se convertiría en el  alma de la Sonora Matancera, y la Sonora en sí misma. 


¿Celia y Fidel?


El camino de Celia nunca fue fácil, el hecho de ser mujer y negra en un mundo tan corrupto y discriminatorio, en un medio tan dominado por los hombres, con quienes constantemente se codeaba. Según la cantante en diversas entrevistas reveló que en muchas oportunidades recibió respuestas como “no hablamos con negras”, “esto es un mundo de hombres, aquí no caben las mujeres”, o: “yo mismo me encargaré de que no llegues a ningún lado”.


“Señores presidentes por favor, en nombre de mis compatriotas, no ayuden más a Fidel Castro. Para que se vaya y me deje una Cuba libre del comunismo. Muchas gracias, muchas gracias… perdonen”


El contexto político y social de Cuba tuvo una incidencia en su carrera profesional y en la toma de decisiones trascendentales. El 15 de julio de 1960 empezando la Revolución Cubana dirigida por Fidel Castro, le surge un contrato con la Sonora Matancera, fue entonces cuando le fue prohibido regresar a su tierra nunca más.


Esto conllevó una anima-aversión notable por parte de “La reina de la rumba” contra el régimen cubano. Sobre todo cuando ocurrieron los hechos trascendentales en su vida como las muertes de sus padres. En ninguno de los dos terribles acontecimientos pudo estar la cantante para acompañar a sus progenitores en su último adiós.


Incluso al morir, no le fue permitido por el régimen. dejar ingresar sus restos en la tierra que la vio nacer. 


“¿Mi vida?: El son, la rumba y mi cabecita de algodón”


Sin embargo, el 14 de julio de 1962 se casó con Pedro Knight, quien era todo un latin lover “Yo soy como la miel de abeja, la mujer que me prueba, no me deja”, decía Knight, pero también refirió cuando se enamoró de Celia y decidió unir su vida para siempre con la de ella: “A todo Pedro, le llega su Celia”. 

“Cuando yo perdí a mi mamá Pedro siempre estuvo ahí para mí. Pedro fue en ese momento mi madre, mi padre mi hermano, mi amigo, todo lo que yo tenía. Y nada más justo que yo se lo presente a ustedes como él es en la vida real. Le hace mucho honor a su apellido, todo un caballero; como esposo los habrá como él, pero mejor no (…) ¿Verdad que tengo un esposo distinguidísimo? ¿Qué les parece? Por fuera está azúcar y por dentro es oro puro, ¡mejor se daña!”.


Este amor fue un romance dulce y eterno que duró definitivamente muchas canciones. Entre los dos artistas existía sin duda una atmósfera infinitamente amorosa, cómplice, amistosa, jocosa… eran eternos compañeros en todo. (Su relación por lo perfecta que era representaba un gran foco de atención y hasta controversias).


Casi en todas las entrevistas que le fueron realizadas a La cumbanchera de Latinoamérica tenían el desenlace en la pregunta ¿cuál es el secreto de su relación? Y ella siempre respondía: “en todos nuestros años juntos, nunca, pero jamás, nos hemos ido a dormir molestos”.


La cantante murió el 16 de julio del 2003 conmocionando al mundo. Y su amado “Perucho” solo tres años y medio más tarde se unió en la eternidad con su esposa.


“El canto yo lo llevo por dentro”


Celia, con sus tantos nombres… fue y es una eterna leyenda, representó muchas cosas, la rebeldía y temple femenino, la cantante hispana más y mejor reconocida a nivel mundial. Sus brillos, sus excéntricos trajes y pelucas, su carisma, su sonrisa honesta y sincera, el deseo de que todos siempre estuvieran bien, su carácter, la vibra maravillosa que invadía cada lugar al que honraba con su presencia.

 

No se equivocó cuando aseguró:


"Mi voz puede volar, puede atravesar, cualquier herida, cualquier tiempo, cualquier soledad, sin que la pueda controlar, toma forma de canción, así es mi voz, que sale de mi corazón. Y volará, sin yo querer por los caminos más lejanos. Por los sueños que soñé.

Será el reflejo de lo que me tocó vivir, será la música de fondo de lo mucho que sentí.


Oye mi son, mi viejo son, tiene la clave de cualquier generación en el alma de mi gente, en el cuero del tambor, en las manos del conguero, en los pies del bailador, yo viviré, allí estaré.

Mientras pase una comparsa con mi rumba cantaré.

Seré siempre lo que fui, con mi ázucar para ti

¡Yo viviré, yo viviré y sobreviviré!"


 

 

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