Donde hay seres humanos, hay controversia. Donde hay controversia, existe el conflicto. Donde el conflicto tiene lugar, justo ahí, se da el nacimiento de una investigación periodística.
Para que esto sea posible, se necesita de un hombre o mujer capaz de convertir una corazonada en una idea concreta que, con una hipótesis y un poco de voluntad periodística, se convierta en una gran investigación. Se dice fácil, pero requiere de disciplina, perseverancia, audacia, instinto, rebeldía, pluma, síntesis y carácter, para materializar tan excelsa labor.
Todo inicia con una corazonada, un pálpito, una voz que te dice “¡adelante! Aquí tienes una historia”.
Tal como el cantautor encuentra su musa en una mujer; el pintor se inspira con una mirada; y el poeta, con una frustración, el periodista halla sus razones en las calles, de la mano de su propio instinto, con el espíritu reporteril que nace de su talento innato para ver lo que otros evitan, pero también con la seriedad de un periodista de investigación. Incluso, a pesar de todos los riesgos que esto conlleva.
En el caso del periodismo de investigación existe la particularidad, (que quizá lo haga incluso más interesante), de que las corazonadas a las que responde no solo se refieren a que haya una historia que valga la pena indagar, sino que, además, hay algo que alguien oculta que vale la pena revelar.
Ahora bien, una idea sin acción es solo un sueño. Por tal razón, hay que darle forma a la corazonada. Y para ello, la teoría dice que se inicia por un cuestionamiento: “¿Ya se ha hecho?”. Sí, es cierto, todo periodista debe preguntárselo. Sin embargo, cuando el tema te invade, ya no hay manera de evitar que te de vueltas en la cabeza. Por tal razón, un periodista audaz, analiza el terreno al que se adentrará para abordarlo de una nueva forma.
En otras palabras, es muy probable que el tema que se quiera desarrollar encuentre antecedentes en otras investigaciones. Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos otorgarle una nueva dimensión, análisis; es decir, abordarlo a través de una perspectiva distinta para llegar a, por qué no, innovadoras conclusiones, soluciones y recomendaciones.
En suma, aseveraciones que quizá otros no realizaron porque nosotros estaremos reconquistando el terreno en otro tiempo y, muy probablemente, otro contexto.
Un buen periodista tiene que tener sus ojos en el cielo, pero los pies en la tierra. Y para esto hay que ser sinceros y realistas, colocar sobre la mesa los recursos con los que se cuentan, pero a su vez, las limitaciones, hasta qué punto la investigación es peligrosa para otros, (y para ellos mismos), en qué contexto nos manejaremos, con qué fuentes contamos, con qué intereses nos metemos hasta el punto de que alguien quiera detener o “trancar” nuestra investigación.
Es decir, se debe realizar una evaluación exhaustiva de los pros y contras que se presentan al momento de plantearnos la ejecución de la misma. Analizar la viabilidad nos permitirá estar preparados para posibles escenarios que se nos presenten, problemas, situaciones inesperadas o que de una manera u otra podrían “voltearse” complicándonos, y por qué solo hay que ser pesimistas, también facilitándonos nuestra labor.
Lo que persigue toda investigación es: confirmar o negar algo que al inicio de la misma nos planteamos como una “posible” realidad.
Cuando nos dejamos cautivar por un tema, la investigación nace como un mar de posibilidades, -en algunos casos, infinitas posibilidades-, donde la hipótesis se convierte en nuestra carta de navegación.
Dónde estamos, qué camino tomamos, hacia dónde vamos y qué recursos necesitamos, son preguntas que hallan la génesis de sus respuestas en una hipótesis bien planteada. Al redactarla, no nos importa si es muy simple, si es muy compleja; lo único verdaderamente relevante es que nos sea útil.
“Determinar cuál es la opinión de la población acerca de la escasez de métodos anticonceptivos en el territorio venezolano”: interesante tema para desarrollar una magnífica investigación, pero ¡demasiado amplio! Un tema tan extenso puede acarrear excesivas complicaciones, sobre todo si se trata de un periodista en solitario.
Para obtener mejores y más específicos resultados, la delimitación del tema es clave. En el ejemplo mencionado, delimitar podría derivar en “Determinar cuál es la opinión de la población femenina acerca de la escasez de métodos anticonceptivos en el territorio comprendido entre las parroquias La Guaira y Caribe, del Estado Vargas”, un tema mucho más conciso, preciso y manejable, que, seguramente, arrojará resultados mucho más satisfactorios.
Hay una carta bajo la manga, por así decirlo, con la que se debe contar al momento de presentar el trabajo, (bien sea al medio o al jefe de redacción, por ejemplo), y, es plantearnos un “mínimo” para la investigación, previendo la posibilidad de que la misma, no logre obtener el alcance deseado.
En el caso del ejemplo presentado anteriormente, el mínimo podría hacer referencia a: “Bachaqueo de métodos anticonceptivos en atención a la escasez, entre las parroquias La Guaira y Caribe, del Estado Vargas”.
Doctores, pacientes, bachaqueros, gerentes de farmacias, directores de laboratorios, transportistas de productos médicos, son ejemplo de las fuentes que darían vida a un tema de investigación como el aquí expuesto.
En otras palabras, una investigación sin fuentes es como un barco sin capitán: le otorgan sentido, credibilidad y estructura, pues generalmente las fuentes representan los cimientos de la investigación. Además, de nuestras fuentes surgirán los argumentos que guiarán nuestra pluma: las citas dan forma al relato de nuestro reportaje.
Pero, una investigación profunda y seria no debería conformarse con obtener toda su información de citas de entrevistas, si bien las fuentes vivas o directas con personajes involucrados y/o expertos son fundamentales, hay que reconocer que las fuentes documentales, (que pudiéramos extraer de bibliotecas, hemerotecas, sitios de internet en la web), y todo lo que pueda proporcionarnos datos, conocimientos, claves, explicaciones, revelaciones le darán una riqueza especial a nuestro producto final.
Es importante tener en cuenta que así como es nuestro deber conseguir la información, también lo es traducirla y hacerla digerible para nuestros lectores y para todos aquellos a los que nuestra investigación llegue, no deben ser solo un montón de datos, cifras y estadísticas, si las hay, declaraciones, amontonados sin sentido alguno, es necesario darles forma y contextualizar para facilitar su compresión.
Un pilar fundamental de la ética profesional en un periodista se refiere a la responsabilidad y seriedad con la que realice sus investigaciones y presente los hechos, para esto, debe estar totalmente seguro de su resultado final, por ello, confirmar, cotejar y cruzar los datos e información que maneja es prioritario en la realización de la investigación: corroborar si es cierto todo lo que allí presente, confirmar y reconfirmar datos, no dejar espacios a malas interpretaciones… ni a: “eso no fue lo que quise decir”, repreguntarse, y volver a preguntar, incluso, si no entendió alguna declaración.
Puede que quizá se vea como un proceso un tanto engorroso, pero, recordemos, nuevamente, que la seriedad y responsabilidad, de un periodista son pilares fundamentales de su ética, y aún más allá, de su reputación y credibilidad que está en juego con cada investigación o información que realice, el periodista es un actor social, y por ello, al final este paso merecerá mucho la pena, al cuidarnos las espaldas.
Ya la parte final, pero no menos importante, responde a la creatividad, la pluma y el talento narrativo, que será diferente según quién lo escriba, para qué público esté dirigido, la naturaleza de la investigación, la personalidad de cada periodista que se refleje en la investigación.
Es aquí donde todos estos aspectos se destacan para dar paso a la presentación de la obra final.
Durante este proceso de redacción, y al finalizarlo, es necesario, contar con la humildad de pedir ayuda, por ejemplo, a algún colega, redactor, amigos, familiares, profesionales, abogados, entre otros, para que nos asistan en la fase de corrección y edicióndel texto, será de gran ayuda que nuestro trabajo pase por tantos ojos, además de los nuestros, como sea posible, no solo para corregir faltas ortográficas o editoriales, también para hacernos ver cosas que quizá por nuestra propia inmersión en la investigación no habíamos visto hasta el momento (como posibles problemas legales, por ejemplo).
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